Los japoneses tienen una razón para acumular fetiches fotográficos: la falta de espacio. En sus pequeños apartamentos apenas caben ellos de manera que todo lo demás ha de ser documentado de forma detallada y almacenado en un soporte pequeño y fácil de mover.
Los demás no tenemos esa excusa. Creo que es algo que podríamos llamar síndrome de posesión desplazada y consiste en tomar fotos de lo que no se puede poseer, de aquello con lo que no podemos establecer una relación, de modo que la imagen se convierte en un fetiche, un símbolo que reemplaza lo real, un mapa detallado de cada fracaso, un preciso organigrama de vidas que se cruzan y se invaden sin pudor y sin profundidad.
Extracto de Txema Rodríguez
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